E pur si muove
No cabe dudas que el gobierno cubano está cambiando. En sus años mozos, “los felices sesenta”, se dedicaba con denuedo a perseguir al pasado, con sus convenientes etiquetas de “esbirros”, “batistianos”, “siquitrillados”, etc. En aquel entonces nuestro flamante Ministro del Interior era Ramiro Valdés, émulo tropical de Laurenti Beria, con uniforme militar bajo bigote y barba a lo cardenal Richeliu. Eran los tiempos del paredón, los campos de trabajo forzado y las canciones épicas revolucionarias. Así se templó el acero. Después vinieron los Congresos y carteles que proclamaban que el futuro pertenecía por entero al socialismo, con nuevas etiquetas para justificar la represión: “microfracción”, “quinta columna”, hasta llegar a “grupúsculos”, para referirse al movimiento pro derechos humanos.
Pero entonces llegaron los años mohosos, de muros caídos y acero corroído por agentes contaminantes como “Solidaridad”, “Resistencia”, y extrañas Revoluciones noviolentas envueltas en terciopelo y de color naranja que mostraron al mundo que a fin de cuentas, es la gente y no las ideologías quien tiene la última palabra. A toda esta conspiración se sumó el Internet, junto a esa terrible invención imperialista conocida como “globalización”, y de repente el campo socialista pertenecía por entero al pasado. El enemigo entonces pasó a ser, lógicamente el futuro. Ramirito se puso cuello y corbata y voilá, se transformó en Ministro de Ciencias Informáticas. De Richelieu a Torquemada. Ya no hace falta ponerle etiquetas a los enemigos porque ellos mismos vienen con nombres made in usa. Son los blogeros, twitteros, rockeros, freakies y raperos insurgentes. Ahí están, como la puerta de Alcalá, viendo pasar el tiempo.
La última gran batalla revolucionaria en este campo se acaba de librar con el bloqueo de las cuentas Twitter de Yoany Sánchez, Orlando Luis Pardo Lazo y Luis Felipe Rojas, entre otros. El problema es que esta pelea el régimen no puede ganarla porque va contra el desarrollo humano, como la Iglesia Católica en el Siglo XVII quemando a Giordano Bruno y reprimiendo a Galileo. Ramirito no entiende que aunque a él se le paró el reloj, el tiempo sigue transcurriendo. La gente va a seguir twitteando, enviando e-mails, sms, mms y todo lo demás que se invente porque sencillamente, el mundo se mueve hoy en día hacia una corriente de información más rápida, más segura y más efectiva, y el que vaya contra eso va contra el curso de la Historia. Se puede acallar un vehículo por un tiempo pero no se puede detener el flujo, porque la realidad es que el tiempo pasa a favor de esa marejada de jóvenes hambrientos de información y a la misma vez en contra del régimen. Quiéranlo o no, e puor si muove.
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